¿A quién no le ha sucedido que, corriendo por un camino o bosque, se ha torcido el tobillo y se ha producido un esguince?
Cuando
esta situación fortuita nos sucede, lo mejor es aplicar hielo a intervalos
cortos de tiempo, porqué más allá de los 10 minutos, el efecto balsámico de
ésta técnica empieza a perder eficacia. En hielo mejor os lo ponéis con un
trapo fino debajo, en vez de aplicarlo directamente a la piel, para evitar así
quemaduras. En las farmacia suelen vender bolsas de frío (similares a unas
pequeñas almohadillas), especialmente adaptadas para este tipo de lesiones. En
su defecto, un paquete de guisantes del congelador os sacarán del apuro para la
aplicación que necesitáis.El "British Journal of Sports Medicine" reafirma que aplicar frío para evitar la concentración masiva de sangre en la zona y bajar la inflamación en un primer momento hasta donde sea posible evita también la sensación de dolor que la lesión conlleva.Para llevar a cabo este estudio, los doctores tomaron como referencia a 90 voluntarios. Se dieron cuenta que era más efectivo el aplicarle hielo diez minutos, y luego otros diez con una pausa entre ambas aplicaciones que no aplicar el hielo durante veinte minutos seguidos. Se llegó a la conclusión pues de que la crioterapia era más segura si se respetaba ese descanso entre las dos aplicaciones. Eso sí, en cuanto a la movilidad, recuperación e inflamación, el estudio no establecía grandes diferencias entre utilizar un sistema u otro.
El
beneficio mayor en realizar la pausa se da fundamentalmente en mejorar los
espasmos musculares y la conducción nerviosa, reducido muy probablemente el
grado de lesión celular secundaria. También parece probarse a raíz de este
estudio que si aplicamos el frío en dos tandas de diez minutos la movilidad de
la articulación se recupera antes.
Fuente: RunnersFoto: Fuente Externa
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