Oscar Pistorius. |
Oscar
Pistorius tardó muy poco en ganarse al público del Global Sports Forum, que
hubiera tenido suficiente con algunas de las imágenes que se proyectaron en la
sala, como aquellas en las que se le veía compitiendo en los Mundiales de Daegu del pasado
verano: un chico con sus piernas amputadas corriendo por la
calle ocho contra rivales sin ninguna discapacidad física. Pero Pistorius
derrochó simpatía y sencillez desde que se subió al estrado: “Cuando nací tuve
un déficit óseo y mis padres tuvieron que decidir tomar la drástica decisión de
amputarme las piernas. De
pequeños, mi madre nos despertaba y nos decía a mí y
a mi hermano: 'Tú, ponte los pantalones, Oscar, ponte las piernas”, contaba.
“Pero tengo muchas ventajas. No me sudan los pies”, añadió con una sonrisa.El objetivo, ahora, de este ambicioso velocista de 25 años es clasificarse para los Juegos de Londres de este verano y no limitarse a brillar solo en los Paralímpicos. “Queda muy poco, eso significa mucho entrenamiento y muy poco para todo lo demás”. Nacido en Johannesburgo (Sudáfrica), empezó a correr porque sus padres nunca quisieron llevarle a un colegio diferente al de sus hermanos, así que también practicaba deporte después de las clases, como ellos; se hizo daño en la rodilla jugando a rugby y poco después empezó a correr para recuperarse. “Ocho meses después me convertí en campeón paralímpico de 200 metros”, rememora.
Y explica que desde 2006 se ha centrado en mejorar sus prestaciones en los 400
metros. Superada ya la polémica sobre si sus prótesis eran o no una ventaja
para él -“al final, se resolvió que no era así, aunque se han puesto
limitaciones, porque sí se podría construir una prótesis que diera una ventaja
sobre los rivales”-, el sudafricano habla maravillas de esa extensión que le
permite vivir de su talento en las pistas.
“Es una prótesis deportiva hecha de fibra de carbono; por debajo se le han añadido los tacos para tener buen agarre. Es muy ligera. No es estética, pero es muy eficiente desde punto vista energético, tiene gran durabilidad y me da mucha confianza. La llevo utilizando desde 2004”, explicaba mientras la protagonista involuntaria de la charla pasaba de mano en mano y era inspeccionada por los asistentes. “Devolvédmela, que no tengo otra y esta tarde tengo que entrenar”, avisa. Y recuerda que llevaba siete años corriendo cuando le impidieron usar la prótesis por creer que le aprotaba unos beneficios que otros no tenían: “Sentí que me habían quitado algo, como si yo no mereciera correr”.
Sebastian Coe
El otro gran
protagonista del día fue un mediofondista: Sebastian Coe, que marcó una época
en la década de los 80 y es hoy el presidente de Londres 2012. Coe contó tras
ganar la organización de los Juegos viajó a Barcelona para encontrarse con
Pasqual Maragall. “Queremos ser como Barcelona 92, todos lo quieren”, concede.
Y explica por qué: “Estoy muy interesado en dejar un buen legado, quería saber
no solo cómo trabajó la ciudad en cuanto a las nuevas infraestructuras, sino
cómo se consigue aprovechar todo lo invertido”. Confiesa que desea que al
llegar el día después de terminada la competición no tenga nada que lamentar,
se conforma con que todo se desarrolle sin problemas: “Unos Juegos no es
momento para sorpresas”, dice. Si tuviera que pedir un deseo, pediría ser capaz
de poner todo a disposición de los deportistas para que estos puedan triunfar.
“Ellos son nuestros clientes más importantes”. Sabe de lo que habla.
Fuente: Deporteselpais.com
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