miércoles, 11 de abril de 2012

Leyendas olímpicas 8: Fanny Blankers-Koen, la holandesa voladora



Fanny Blankers.
La Federación Internacional de Atletismo proclamó, a fines de 1999, a la holandesa Fanny Blankers-Koen como "la atleta del siglo XX" entre las damas, una distinción que correspondió a Carl Lewis entre los hombres.

No había demasiadas dudas sobre aquella nominación, ya que Blankers-Koen está considerada una auténtica grande entre las grandes. Pero, si queremos colocar a cada una en su época, de acuerdo a las exigencias y los nuevos avances técnicos, también tenemos que incluir en esas listas a nombres como los de la polaca Irena Kirszenstein-Szewinska o, más
recientemente, la rusa Yelena Isinbayeva.

De todos modos, Blankers-Koen marcó una época, la de los primeros tiempos del atletismo de alto nivel entre las damas. Y lo hacía con una versatilidad propia de aquel tiempo (dominaba desde la velocidad hasta las vallas y los saltos), pero que hoy sería difícilmente repetible, con una mayor necesidad de los atletas por una especialización.

Dentro de su extenso campo de hazañas, Blankers-Koen quedó en el historial por una, suprema: sus cuatro medallas doradas en los Juegos Olímpicos de Londres, en 1948, algo que entre sus colegas masculinos sólo pudieron lograr el citado Lewis (1984) y su antecesor, Jesse Owens (1936). Una anécdota contada muchas veces por la propia Fanny indica que ella había conocido a Owens en los Juegos de Berlín, cuando la holandesa era una simple jovencita en sus primeros pasos en el atletismo internacional y Owens, el héroe del momento. Muchos años después, cuando se reencontraron, Fanny le recordó el primer pedido de autógrafo. Y Owens aseguró que se acordaba de aquel momento...

Nacida como Francina Elsje Koen en Baarn, el 26 de abril de 1918, sus comienzos deportivos fueron en la natación. Recién se acercó al atletismo a los 17 años. Su entrenador era Jan Blankers, ex atleta olímpico de salto triple en los Juegos de Amsterdam (1928) y que también incursionaba como periodista deportivo. Blankers la convenció de sus posibilidades en el atletismo internacional (y también la llevó al casamiento, algunos años más tarde).

En su debut olímpico en los Juegos de Berlín -aquellos copados por la propaganda nazi de Hitler y su camarilla- Fanny quedó quinta en salto en alto y en la posta 4x100. Dos años más tarde, en Viena, fue medalla de bronce de los 100 y 200 metros, en pruebas ganadas por la controversial polaca Stanislawa Walasewicz (investigaciones posteriores indicaba que poseía cromosomas masculinos).

La Segunda Guerra Mundial dejó a una generación de deportistas, o tal vez más, sin Juegos Olímpicos en 1940 y 1944. En una Holanda invadida por los nazis, Fanny tuvo tiempo para su familia -dos hijos nacidos en aquel momento- pero también para seguir practicando atletismo. Por ejemplo, batió los récords mundiales de salto en alto con 1,71 m. y salto en largo con 6,25 m., entre otros. Ya en los primeros Campeonatos Europeos post-guerra, en 1946, se proclamó campeona de los 80 metros con vallas y los relevos, además de quedar cuarta en salto en alto y semifinalista en los 100 metros.

Fanny y su esposo y entrenador sabían que los Juegos de Londres en 1948 representaban su última oportunidad de alcanzar la gloria olímpica, lo único que le faltaba. Y no la desaprovechó. Semanas antes de los Juegos, en Amsterdam, avisó de su magnífico estado de forma con récords mundiales de 11s.5 en los 100 metros llanos y 11s.0 en los 80 metros con vallas (prueba que desde la década del 70 fue reemplazada por los 100 metros vallas).

El 2 de agosto de 1948, le brindó a Holanda su primera medalla dorada en el historial del atletismo olímpico femenino, y una de las más codiciadas: los 100 metros llanos, donde marcó 11s9, delante de la británica Dorothy Manley y la austrailana Shirley Strkicland. Más dura fue la prueba de vallas, donde marcó 11s2 y superó ajustadamente a la local Maureen Gardner.

Fanny atribuyó esa final tan reñida tanto a las virtudes de Gardner como a un propio fallo en su línea de partida, donde perdió valiosas centésimas. el tercer oro llegó con toda contundencia, sobre 200 metros llanos, al marcar 24s4 y dejar siete décimas por detrás a Audrey Williamson, una diferencia que no volvió a verse entre las velocistas.

Y coronó su aventura olímpica con el triunfo en la posta 4x100, acompañada por Xenia de Jong, Netzie Witziers-Tomer y Gerda Vander Gerde. Blankers-Koen fue fundamental, como se esperaba, ya que había recibido el testimonio en el tercer puesto, pero superó a los otros equipos con su demoledora potencia para marcar 47s5.

Holanda la recibió como una heroína nacional, con multitudes en las calles de Amsterdam. Dos años más tarde, en Bruselas y por el Campeonato Europeo, repitió victorias en lsa pruebas de velocidad y vallas, aunque la posta sólo quedó cuarta. Y los Juegos de Helsinki en 1952 marcaron su despedida. Sólo pudo clasificarse finalista en vallas, donde abandonó al lesionarse tras pasar el segundo obstáculo. En los tres años siguientes, sólo participó en competiciones locales -inclusive en lanzamientos- hasta decidir su retiro. 

Comenzó a preparar a las atletas de punta de las nuevas generaciones aunque, claro, Holanda no volvió a tener un "diamante" de esas características. Fanny fue la entrenadora de la Selección para los Juegos de México en 1968, entre otras competiciones. Recibió reconocimientos y homenajes, y el meeting atlético más importante de su país -en la ciudad de Hengelo- lleva su nombre y recibe año tras año a las mayores estrellas de este deporte.

Fanny Blankers-Koen, recordada como "La Holandesa Voladora", murió el 25 de enero de 2004 en Hoofdorp.

Fuente: Larazon.com

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