Por Marlenny Peña
@MarlennyP
Ivan Gómez en la Cima. |
Hay un
proverbio que dice que cuando ponemos
nuestra alma en lo que hacemos, dejamos un legado. Esta es definitivamente una historia para contar. Un país, una
patria, un dominicano orgulloso de representar y enaltecer dicha patria, de
dejar un legado.
“No hay
nada en la vida que no podamos alcanzar, siempre y cuando trabajemos con
pasión, perseverancia, sacrificio y fe, pero siempre apegados a los valores y
principios morales que nos inculcaron nuestros padres de la Patria”, así nos dice Iván Gómez, quien con esa pasión,
perseverancia, sacrificio y fe, ha colocado ya nuestra bandera en las cimas más
altas de los cinco continente del Planeta; siendo el último de los retos la
pirámide de Carstensz en Oceanía.
La
Travesía
Este último desafío no fue fácil,
según nos comenta Iván ha sido una de
las expediciones más duras que
ha realizado; su dificultad no sólo radicó
en la escala técnica de más de 11 horas, sino en lo demandante de la travesía a
través de la selva, sin descanso.
Timika fue el punto de partida,
donde tomaron un aeroplano que les llevaba a la Iliaga, una remota localidad
adentrada en centro de Papua, Nueva Guinea. Desde allí, iniciaron el
acercamiento a la montaña a través de la selva con más complicaciones de las
esperadas, ya que tras una semana de su
partida estalló una guerra entre dos tribus rivales. Aún con 40 bajas entre ambas tribus y toda la
zona intervenida, continuaron su camino por una ruta alternativa, una
pequeña localidad enclavada en las montañas llamada Sugapa, y a la cual sólo se
tiene acceso en aeroplano.
Desde allí iniciaron su odisea a
través de un terreno selvático muy irregular, caminatas de 9 y 10 horas diarias contantemente subiendo y bajando.
Esta situación le impedía ganar altura, consiguiendo únicamente por día 300 metros en promedio de ascenso.
También, tuvieron que invertir 7 días para llegar a un campamento base y 4 para
salir, más un día de ataque a la montaña en 11 horas de escalada muy técnica,
incluyendo una Tirolesa (polea suspendida por cables para deslizarse) de unos
mil pies de altura.
Lluvia,
lodo, pantanos, troncos, ramas, raíces y ríos fueron sus fieles compañeros, con los cuales se
tenía que cruzar constantemente mientras se adentraba cada vez más a lo alto de
la montaña. Aquí el ecosistema variaba y los árboles se hacían más pequeños
recibiendo un poco más el sol, hasta que llegaron al inhóspito terreno de roca volcánica que
agregaba una temperatura de 0 grados como componente adicional.
De 12
escaladores que partieron, sólo 5 lograron llegar al campamento base y hacer
cima en Carstensz. “Que hermosa se veía nuestra Bandera ondeando en la cima”, nos
comenta Iván con orgullo, satisfacción, un poco más relajado y 10 libras menos,
sabiendo ya que nuestra tricolor se encuentra en los 5 continentes de nuestro
planeta.
¡Enhorabuena Iván! Que orgullo
para nuestra patria!!
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