El ser humano es una máquina que el deporte se encarga
de exprimir al máximo en busca de los récords que fijen la perfección humana.
Los límites están llegando a un punto en el que cada vez será más difícil que
aparezcan nuevos iconos como Michael Phelps, Usain Bolt o Yelena Isinbayeva.
Monaco-Isinbayeva. |
La perfección deportiva está muy cerca de conseguirse,
o al menos eso se desprende del reportaje de Juan José Mateo en el diario El
País, en el que se recogen las conclusiones de dos informes del Instituto de
Investigación Biomédica y Epidemiología Deportiva del Deporte francés (IRMES) y
de la Escuela de Políticas Públicas de Corea del Sur.
Según las conclusiones del
IRMES, el principal aliciente para el aficionado a la hora de afrontar una
competición de la magnitud de los Juegos Olímpicos, la posibilidad de romper la
barrera de un nuevo récord, tenderá a desaparecer progresivamente, hasta el
punto de que en 2068 se habrán llegado al tope máximo de marcas en el 90% de
las disciplinas.
Bastante menos halagüeño es el
informe surcoreano, que indica que en diez años se alcanzará el límite en la
natación y el atletismo, principal objetivo de los deportistas a la hora de
preparar una Olimpiada. Esto podría dificultar que surgieran nuevos nadadores
como Mark Spitz o Michael Phelps, capaces de reescribir la historia de su
deporte sin esfuerzo aparente.
Se estima que el cuerpo humano
está situado en estos momentos en el 99% de su capacidad física, lo que deja
bastante mermado uno de los principios del deporte, el afán de superación.
Resulta complicado imaginar un escenario en el que nadie luche contra la
historia, mucho más en disciplinas como la pértiga, donde Yelena Isinbayeva
implica, con su sola presencia, un alto porcentaje del significado de su
disciplina.
Estos límites solo podrán
aumentarse si llegaran nuevas modificaciones en el reglamento, aunque estas no
suelen estar bien vistas cuando implican una mejora radical, como sucedió
recientemente con los bañadores tecnológicamente avanzados en la natación.
Los récords en las distancias
cortas, que requieren de una mayor fuerza explosiva, serán menos proclives a
las variaciones que los de las pruebas de resistencia, ya que en estas los
bocados al cronómetro tienen un mayor margen.
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