jueves, 9 de agosto de 2012

Glen Mills, el hombre que forjó a Bolt y Blake


Para triunfar en atletismo, como en cualquier otra disciplina, hay reglas, hay recetas, hay libritos. Y hay un tal Glen Mills. 
Yohan Blake y Glen Mills.
Al entrenador Mills se le atribuye el hecho de que su país, Jamaica, se haya hecho acreedor de más de 100 medallas olímpicas y del campeonato mundial en carreras de velocidad. 
Este fin de semana le puso la cereza al pastel, con medallas de oro y plata para dos de sus pupilos estrella: el campéon olímpico y récord mundial de los 100 metros planos, Usain Bolt, y el campeón mundial de la misma categoría, Yohan Blake. 
Para lograrlo, "Míster Mills", como le dicen sus colegas, sudó esas medallas tanto como sus altletas. Este jamaiquino de 62 años, no sólo trabaja en
atletismo. Lo respira, lo transpira, se alimenta, sueña... Y consigue resultados. 
SIN PALABRAS 
"Todo se ha escrito ya sobre Míster Mills, ¿no es cierto?", le dice a BBC Mundo desde Kingston Cynthia Cooke, la secretaria del Racers Track Club, la institución que entrena a la élite y a las jóvenes promesas del atletismo jamaiquino, y de la que Mills es presidente. 

 
Si hay algo que se ha escrito sobre él es que no le gusta que se escriba sobre él. O no se siente cómodo bajo la luz de los reflectores. Menos si, como ocurrió en una ocasión, se halla flanqueado por dos exhuberantes entrevistadoras de un programa jamaiquino por internet. 
"(Mills) siempre está buscando ese algo más, eso que te hace diferente de los otros. Hace de cada atleta algo especial. Sin importar a cuántos conoce" 
Esa vez, tieso y parco, Mills resistió como un campeón cada intento de las jóvenes de sacarle una sonrisa. "Le encanta hablar y es muy articulado. Simplemente no cree que estar en la palestra pública sea necesario", comenta Cooke. 
"No me importa si estoy en una habitación llena de gente y nadie nota que estoy ahí. No me importa que me ignoren", le decía recientemente el entrenador al periódico The Guardian. 
Algo difícil para la persona promedio, tomando en cuenta su contextura corpulenta, su tono de barítono y su "lánguido acento jamaiquino", como notara el periodista. 
Algo simplemente imposible para los altetas a su cargo. "Si te dice que quiere que hagas diez de 150 metros, quiere que hagas diez de 150 metros. Si dices que algo no anda bien, va a preguntarte qué es, qué es lo que sientes exactamente. Sabe cuándo estás fingiendo o siendo flojo", afirma Cooke. 
Tampoco le gusta la habladera en el campo de entrenamiento, muy a pesar de Bolt, a quien "le gusta argumentar y conversar". 
"Él y sus compañeros siempre están tratando de ganarle una a Míster Mills. Pero siempre fallan", añade su amiga de más de 50 años. 
SECRETO DEL ÉXITO 
Curiosamente, Mills dice nunca haber corrido a máxima velocidad, como no fuera para "huir de un peligro". Lo probó a los 13 años, cuando se unió al equipo de atletismo de su escuela secundaria, pero no le gustó el resultado que obtuvo. 
Si embargo, la pista seguía llamando y Mills seguía asistiendo a los entrenamientos, para observar y eventualmente asistir al coach. 
Lo que siguió fue una carrera ascendente dentro de las organizaciones deportivas de su país, de las que se apartó en 2009 para dedicarse al Racers Track Club. 
Interrogado sobre el secreto de su éxito, Mills lo atribuye a su obsesión por la técnica. "La velocidad es mi objetivo número uno", dijo en la entrevista con The Guardian. "Amo lo que hago, trabajo duro, hago mucha investigación y trato de hacer lo mejor", le explicó a las vistosas chicas del canal online. 
Pero además, una sensibilidad especial para identificar las fortalezas y potencialidades de cada atleta sería un ingrediente central de su récord imbatible como entrenador de los más grandes corredores de la pista de asfalto. 
"Siente que existe el manual, la prescripción, la receta que todos usan, pero siente que también tiene que haber algo más: siempre está buscando ese algo más, eso que te hace diferente de los otros. Hace de cada atleta algo especial. Sin importar a cuántos conoce", dice Cooke. 
Esto, y una dedicación sin reservas a sus corredores, le garantizan respeto y admiración. "Es su amigo, su mentor y su todo. Todo los planes que hacen para su vida quieren consultarlos con Míster Mills", agrega. 
Así que podría decirse que la pista es su casa y los atletas son su familia. Mills nunca se casó ni tuvo hijos. 
Sus allegados están llenos de historias sobre su generosidad para con los jóvenes que entrena, muchas veces de escasos recursos. Una vez, refiere Cooke, se plantearon la posibilidad de reunir fondos para ayudarlo a encontrar esposa, "pues no tenía nada que ofrecerle a ninguna mujer". 
Para lo otro para lo que tiene espacio en su vida es dios. Mills es cristiano practicante y va a la iglesia regularmente. 
"Cree sus oraciones", asegura Cooke. 
Excluyentes no son: los atletas y las oraciones de Glen Mills estuvieron en Londres este domingo, en la pista de atletismo. Y le dieron nuevas glorias a una pequeña isla del Caribe, de 2,8 millones de habitantes, casi 11.000 kilómetros cuadrados y unas cuantas aspiraciones al podio en los Juegos Olímpicos.

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